En los últimos 40 años Chile ha implementado un conjunto de políticas forestales que han sido muy exitosas económicamente. Sin embargo, los factores que propiciaron dicho éxito están en la raíz de los crecientes conflictos que enfrenta el sector. La principal política ha sido la promoción de las plantaciones forestales con especies exóticas de rápido crecimiento, lo cual ha impulsado el desarrollo de una gran industria orientada a la exportación, cuya propiedad está altamente concentrada. Al mismo tiempo, la expansión de las plantaciones ha tenido impactos negativos en términos sociales y ambientales, afectando principalmente a comunidades campesinas e indígenas, lo cual ha resultado en crecientes inequidades y conflictos a nivel local. Los bosques nativos, que contribuyen significativamente al sustento de la población local, han recibido bastante menos atención por parte de las políticas públicas. Para que Chile prospere con equidad, las autoridades deberían fortalecer e incentivar la contribución de los bosques nativos hacia la sociedad, mientras las grandes empresas forestales encuentran vías para mitigar o evitar los impactos negativos de sus operaciones. Si las políticas forestales no se equilibran, las asimetrías existentes continuarán exacerbando los conflictos, comprometiendo la sostenibilidad de ambos subsectores.